«Hacks»: la comedia como puente entre generaciones


Hacks irrumpe, en un panorama saturado de propuestas que no terminan de convencer, con una fórmula que parece simple pero que esconde una complejidad emocional e intelectual pocas veces explorada con tanta precisión: el diálogo intergeneracional.
La serie, creada por Lucia Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky, es una comedia aguda e irónica que logra lo que muchas producciones intentan sin éxito: tomar un conflicto generacional y convertirlo en una herramienta de evolución mutua y creación artística.
La historia parte de una premisa casi absurda pero perfectamente verosímil: Deborah Vance (Jean Smart), una legendaria comediante de Las Vegas, ve amenazada su residencia de años y se ve obligada a renovar su material. Su manager le sugiere contratar a Ava (Hannah Einbinder), una joven guionista cancelada por un tuit desafortunado. Lo que comienza como una relación contractual forzada, se transforma, capítulo a capítulo, en una dinámica compleja de aprendizaje, rivalidad y redención.
Deborah representa lo que Ava desprecia: una figura del “mainstream” que ha hecho carrera repitiendo rutinas en un circuito seguro, sin agitar las aguas. Ava, en cambio, representa la sensibilidad millennial, el progresismo digital, la corrección política, pero también el buenismo y la arrogancia de quien cree tener razón sin haber recorrido el camino.
En lugar de caer en la caricatura de “vieja conservadora vs. joven woke”, Hacks propone una reflexión más honesta y empática. El guión permite que ambas se equivoquen, cambien, retrocedan y avancen. Lo que las une es su obsesión con la comedia como oficio. No como simple escape, sino como herramienta de poder, de construcción de identidad, de crítica y, sobre todo, como lugar para la verdad.
Además, la serie se pregunta qué estamos dispuestos a ceder —de nosotros mismos, de nuestras convicciones— en pos de realizar nuestros sueños ¿Puede un chiste salvar una carrera? ¿Puede una carrera entera sostenerse sobre una mentira? Estas preguntas no se responden con moralejas, sino que entre sarcasmo, ternura y una inesperada vulnerabilidad.
El corazón de Hacks es, sin duda, la relación entre Deborah y Ava. Pero lo notable es que nunca cae en el sentimentalismo fácil. El afecto que construyen es áspero, lleno de grietas, como la vida misma. No se “reparan” mutuamente, sino que aprenden a sobrevivirse, a respetarse y complementarse sin necesidad de parecerse.
Jean Smart entrega una interpretación magistral, construyendo a Deborah como una figura orgullosa, insoportable por momentos, pero profundamente humana. Einbinder, por su parte, encarna a Ava con una mezcla de sarcasmo y fragilidad que rompe con los estereotipos de la juventud arrogante y superficial.
Hacks también es un homenaje al trabajo invisible detrás del éxito. La serie retrata sin idealización el mundo de los clubes de comedia, los ensayos eternos, el miedo al olvido y la necesidad desesperada de validación. Todo lo que ocurre tras bambalinas importa tanto como el aplauso final. El glamour se descompone en rutinas solitarias, habitaciones de hotel, y giras desgastantes e interminables. Pero incluso ahí, la serie encuentra poesía.
Además, en tiempos de crispación y polarización generacional, Hacks ofrece una propuesta mucho más sabia: no hay una generación con la razón. Hay experiencias, traumas, inseguridades y talentos que pueden —si se miran con atención— crear algo nuevo. Ni Deborah ni Ava son salvadoras. Pero juntas logran hacer algo que ninguna podría hacer sola: una comedia que habla desde la herida, pero sin perder la risa.
En medio del duelo verbal entre Deborah y Ava, la serie brilla también por su reparto secundario perfectamente afinado. Dos nombres destacan con fuerza propia: Kayla (Meg Stalter), la asistente caótica, torpe y peligrosamente entusiasta, y Jimmy (Paul W. Downs), el representante correcto y agobiado que intenta hacer las cosas bien.
Kayla es un torbellino de caos y privilegios mal canalizados, mientras que Jimmy representa el eterno intento por mantener la cordura en una industria donde todo es frágil y nada es justo.
Ambos ofrecen momentos memorables que alivian la tensión y, a la vez, revelan las absurdas dinámicas laborales que orbitan en el mundo del espectáculo. Son caricaturas, sí, pero con alma. Y, en más de una ocasión, se roban la pantalla.
Hacks no es solo una serie sobre dos mujeres muy distintas. Es una meditación lúcida sobre el ego, el fracaso, la creación y el poder de las palabras. Es también una carta de amor —un poco cínica y melancólica— al mundo del espectáculo y a quienes siguen creyendo que el humor puede decir lo que el resto calla.
Un retrato brillante de cómo las grietas generacionales pueden, en lugar de separarnos, convertirse en la materia prima de nuevas formas de entendimiento, de creación. Y de reírnos, a pesar de la contingencia mundial.
Disponible en HBO Max. La serie cuenta actualmente con cuatro temporadas llenas de ingenio, emoción y humor afilado.
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