Una nueva constitución: Raíces para un nuevo orden

Chile parque inés de suárez constitución política

Por Dr. Tiptoes; Editor: Dadadylan.

Cuando la mañana hace del aliento vapor

Desperté perturbado, el amanecer otoñal se mostró fríamente límpido. La ducha me supo a desconcierto pero el café a optimismo. ¿Qué sería de Chile sin un nuevo orden político? ¿sin una nueva constitución? ¡Ninguno de los esfuerzos realizados puede ser vano! Siento al país caminar sobre una cuerda floja que nos puede llevar al destino de la pujanza y el florecimiento, o bien caer al abismo de la decadencia y el caos. Decidí cabizbajo salir del confort del hogar para buscar las alturas necesarias y domar este ánimo que obnubila mi deseo de algo mejor.             

Dentro de 2 horas el sol ya estará en el cenit, entonces será mediodía. ¡Qué hermosa quedó la plaza Inés de Suárez! ¡Está radiante! Sus colores vivos y sus brillos particulares, por el manto de agua y humedad que dejó la lluvia de este fin de semana, hacen del momento algo mágico y energizante. El aire se siente tan limpio como la nieve sobre las cimas del cordón cordillerano de los Andes.

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¿Qué sería de mí sin este banco donde sentarse, esta alfombra verde esperanza que cobija mis pies, este cielo celeste que, como un mar, apacigua mis pensamientos como si de un compás en redondas se tratase? Solo la combustión de un cigarrillo entremedio de todo este cálido frío es capaz de encender la llama crítica de esta intemperie llamada razón…

Well it’s about time/It’s beginning to hurt/Time you made up your mind/ Just what is it all worth?… ¡Cuánto sentido adquieren estas frases de useless, de Depeche Mode, al pensar el transcurso del proceso constitucional que ya comienza a tomar vuelo! Como la pesadumbre de un cóndor recién comido que intenta despegar nuevamente. ¡Maldición! -Me digo. ¡No podemos fallar este tercer intento!

El mediodía golpea mi cara. El astro tempera el entorno sin vergüenza. La humedad se evapora, y mi aliento tras los cigarrillos cómplices se disipa en el ambiente tal como las horas luego de mi revelador deambular. Entonces la claridad cegó mi apatía y como un haiku vi en el jardín la respuesta.

“La nueva constitución del ramillete es la belleza que expresa el variopinto colorido de sus flores”.  

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Un índice al cielo y el otro al suelo para una nueva constitución

Luego de un pequeño paseo, me detengo en uno de los bellos jardines que hacen de la plaza Inés de Suárez la maravilla que es. Entonces, un ramillete de flores llama  mi atención como el polen lo hace con una laboriosa abeja. Ahora entiendo cómo debería ser el nuevo orden. ¡Qué sabia es la naturaleza cuando esta te habla al oído! De las más profundas raíces, los múltiples nutrientes que le dan su forma de ser a cada flor. Y del sol, la energía para mantenerse vivas. Entonces, de arriba, la energía y de abajo, el alimento. ¿Cuánta tierra necesita este nuevo orden?

¡Es este el mecanismo con el que imagino el funcionamiento de nuestro sistema político! Repito: de arriba la energía y de abajo el alimento. Es decir, tantas regiones como representantes necesitamos, son las raíces que alimentan al tallo y que, en su tránsito, hacen de sus pétalos, la flor. ¿Es que acaso no oyen cómo se nutren las flores, por medio del tallo a sus pétalos, tal como el parlamento nutre a la nación? Y así, a la inversa, cuando observamos al sol actuar sobre el ramillete: ¿no palpamos, acaso, cómo el calor del astro rey energiza a las flores del mismo modo como el ejecutivo y su cabeza dirige al país y a sus distintos territorios? 

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El brote de la república

¿Qué sería de aquellas flores sin el sol y la tierra? Muerte. Entonces, ¿quién osaría asfixiar las raíces para controlar al tallo que lleva los nutrientes? ¿Quién osaría tapar el sol si su fin no es otro de que el mismo racimo se tuerza en su búsqueda? ¿Es que no se dan cuenta que el tallo, el parlamento, lo es todo para que la república florezca? Hay quienes creen que son los partidos. Pues yo, lo dudo. ¡Los partidos son las raíces mas no el tallo! ¿Es que no lo ven?

¡Necesitamos una buena y nueva constitución!

Los partidos políticos, raíces de nuestro sistema, son indispensables y su número importa. Si son muy pocos, los nutrientes para las flores no serán los suficientes. Si son muchos, sobrarán nutrientes. Sin embargo, el equilibrio no puede ser pactado de antemano. Pues, para llegar a ese nivel de manipulación, se requiere más conocimiento del que tenemos. De momento, quizá, lo sensato sería dejar crecer las raíces tanto como puedan, ya que será la tierra la que determine el tamaño del tallo, nuestro parlamento, cuántas raíces crecerán y no lo contrario.

¡Cuánta paz me embarga haber visto este amenazante desierto, florido!  

El Tintero, nueva constitución


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